CINE EN LA CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE MIRANDA DE EBRO (BURGOS). JUEVES SEÑALADOS, EN SESIONES DE 18:00 y 20:30.
ORGANIZA LA ASOCIACIÓN CULTURAL OTROSOJOS EN COLABORACIÓN CON EL AYUNTAMIENTO DE MIRANDA DE EBRO

Jueves 24 de mayo: EL ILUSIONISTA

El próximo jueves, 24 de mayo, proyectamos en la Casa Municipal de Cultura “El ilusionista”, de Sylvain Chomet, película de animación basada en un relato de Jacques Tati, en sesiones de 6 y 8´30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.
Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de “Maldito Bastardo”, crítico habitual de “FilmAffinity”, que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.

Un abrazo, y hasta el jueves. Asociación Otrosojos.

 

Dirección:  Sylvain Chomet 
Guión:        Sylvain Chomet, Jacques Tati
Interpretes: Animación

Francia, 2010 - 76 min.
Todos los públicos








SINOPSIS

La historia gira en torno a un ilusionista de avanzada edad llamado Tatischeff, que durante la última etapa de su carrera debe conformarse con hacer espectáculos pequeños, trasladándose de ciudad en ciudad.

La Gran Ilusión



Homenaje a Tati desde sus títulos de crédito, donde aparece como firmante del guión. No es el único, ya que la simbiosis entre realidad y animación se interconecta en una sala de cine proyectándose una de sus joyas: Mi tío. Esa escapada y evasión se establece en el truco con el que arranca la película: la proyección que vamos a ver se paraliza por un inconveniente técnico y aparece en escena el mago Tatischeff. Comienza otra película, la película del ilusionista, nuestra otra película al otro lado del telón. Es ahí donde la gran ilusión se nos proyecta como gran metáfora del arte cinematográfico.
    Ambientada a finales de los años cincuenta y en el albor del nacimiento de la televisión, El ilusionista nos habla de la indiferencia del público frente a las ilusiones realizadas por los magos. Parecen no ser los únicos en crisis: funambulitas diminutos, marionetas muertas y payasos que han dejado de llorar. El mundo artístico ha perdido la gracia y magia del pasado. El público parece fijarse en ídolos musicales e iconos generadores de chillidos y se busca en la ilusión el truco. No existe la magia… o al menos ya nadie cree en ella; aunque no para Alice, que cree que aquel viejo ilusionista es capaz de traer incluso la nieve y que la magia se genera desde lo gratuito, desde un pequeño rincón del corazón. La realidad para mantenerse es otra: hay que pasar por caja e incluso malvivir para poder realizar ciertos trucos.
    El ilusionista fue concebida como una carta para una hija perdida en la distancia. Tal vez el reflejo de amor al cine y a ese gran truco e ilusión que evitó ciertos momentos personales y privados perdidos y arrebatados por una profesión de sacrificio y escasas recompensas. Tati las tuvo en un legado del que todavía resuenan los aplausos, pero Tatischeff únicamente lo encuentra alejado del mundo más cosmopolita, como si allí todavía creyesen en algo más entero y satisfactorio que los nuevos artistas de la canción bajo el neón y los halos catódicos. Queda poco más que “prostituir” el oficio en el escaparate, sumergirse en trabajos basuras con otros uniformes o vivir en la clandestinidad de la mendicidad.
    Ese tono crepuscular emerge en el memorable pasaje final. No hay más magia más allá de la que queramos ver y sentir dentro de las vivientes sombras o la decadencia de las luces en una gran ciudad. Mejor vivir en una realidad sin magia que suplantarla con falsas esperanzas. Tal vez. Y es ahí donde El ilusionista alcanza la perfección en una simbiosis de arrebatada belleza e impostura, de un viaje directo a la nostalgia y a la melancolía donde queda revelado el más doloroso truco de la vida, que nos somete a las lágrimas de la lluvia. Donde demuestra que Sylvain Chomet, aparte de una excelente cineasta de animación, es un gran poeta.

Crítica de Maldito Bastardo, extraída de “FilmAffinity”
 
 




Jueves 10 de Mayo: SUBMARINO

El próximo jueves, 10 de mayo, proyectamos en la Casa Municipal de Cultura “Submarino”, de Thomas Vinterberg, en sesiones de 6 y 8´30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.
Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de Diego que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.
Un abrazo, y hasta el jueves. Asociación Otrosojos.



Dirección: Thomas Vinterberg
Guión:        Thomas Vinterberg, Tobias Lindholm
Interpretes: Jakob Cedergren, Peter Plaugborg, Morten Rose, Patricia Schumann, Gustav Fischer Kjaerulff


Dinamarca, 2010 - 110 min.
Mayores de 16 años 


SINOPSIS 

Aún no han acabado la escuela primaria, pero Nick y su hermano pequeño ya conocen la pobreza, los golpes y el alcohol. Aunque son chicos duros, se divierten con su nuevo hermano, nacido hace apenas unas semanas, e intentan paliar las deficiencias de una madre alcohólica, alimentando al bebé, cuidándole y dándole afecto. A pesar de ser de corta duración, ese destello de esperanza les perseguirá durante toda su vida.





El lado oscuro de la vida


Thomas Vinterberg es conocido por ser cofundador, junto a Lars Von Trier, del revolucionario movimiento DOGMA 95, un manual de reglas creado a partir de un manifiesto en el que se comprometen a filmar sus películas sin utilizar música, ni decorados, ni iluminación artificial y rodando cámara en mano. Su primer experimento fue la magistral Celebración, en 1998, aclamada por la crítica y que se alzó con un Premio del Jurado en aquella edición del Festival de Cannes. A esta película que le lanzó a la fama le siguieron otras, alejadas de los postulados tan agresivos y radicales del citado movimiento, que no alcanzaron tanto éxito, hasta dirigir en 2010 Submarino, que volvió a situarle en primera plana al ser nominada al Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín de ese año.
    En esta ocasión, el director vuelve a las normas más convencionales del cine para rodar este drama que gira en torno a la historia de dos hermanos separados por las heridas de la infancia, pese a encontrarse tan cerca el uno del otro. El título de la película, basada en la novela del joven autor danés Jonas T. Bengtsson, hace referencia a una forma de tortura que consiste en mantener la cabeza del preso debajo del agua. No se muestra en la película pero el director conserva el título por el paralelismo con el ahogamiento. Y es que ésa es precisamente la sensación que acompaña a Nick y su hermano pequeño desde el día en que vinieron al mundo.
    Estructurada en cuatro episodios (dos de ellos en el mismo espacio temporal, pero desde el punto de vista de cada hermano), Vinterberg nos sumerge de lleno en los recovecos dolorosos de unos personajes marcados por un trauma de infancia que los hace deambular sin rumbo por las calles de Dinamarca, sufriendo ahora, en su vida adulta, las secuelas del daño padecido. Como ya demostró en Celebración, la exploración de una familia despedaza por la tragedia es algo que puede recrear de forma ejemplar. La angustia vital que padecen los dos hermanos resulta aturdidora para el espectador, que no puede imaginarse un futuro apacible para ellos, a pesar de ciertos rebotes de esperanza iluminadora.
    Es una historia dura, cruda y real; un drama sin concesiones si bien a veces peca de ser demasiado tremendista o de forzar en demasía la sordidez de la historia. Comienza con un blanco radiante, el de las sábanas como símbolo del manto protector que todos hemos conocido en nuestra infancia para dar paso a una perfecta fotografía de tonos fríos y oscuros que remarcan la crudeza  de la historia (barrios pobres y días grises donde nunca parece que vaya a atisbarse un rayo de sol) basando también gran peso del drama en la soberbia y contenida actuación de Jakob Cedergren en el papel de Nick, el hermano mayor, que con una mirada perdida y silencio es capaz de transmitir tantas emociones y cuyo rudo físico ayuda de sobremanera a la composición del personaje.
    Con Submarino iniciamos una inmersión hacia el lado más oscuro de la vida, hacia lo más bajo del ser humano, allí donde sólo hay sitio para la miseria, el dolor y el sufrimiento. Al igual que en la vida real, habrá momentos donde nos hundamos y otros donde salgamos a flote, donde el pesimismo nos embargue o la tenue luz de la esperanza ilumine un posible futuro. Lo que es seguro es que este viaje no dejará indiferente a nadie.

Diego López González