CINE EN LA CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE MIRANDA DE EBRO (BURGOS). JUEVES SEÑALADOS, EN SESIONES DE 18:00 y 20:30.
ORGANIZA LA ASOCIACIÓN CULTURAL OTROSOJOS EN COLABORACIÓN CON EL AYUNTAMIENTO DE MIRANDA DE EBRO

Jueves 19 de Diciembre: UN AMIGO PARA FRANK

El próximo jueves, 19 de diciembre, proyectamos en la Casa Municipal de Cultura “Un amigo para Frank”, de Jake Schreier, en sesiones de 6 y 8´30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.

Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de Adriana Antía que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.

Un abrazo, y hasta el jueves. Y si no nos vemos entonces, ¡felices fiestas!.
 

Dirección: Jake Schreier
Guión: Christopher D. Ford
Interpretes: Frank Langella, Susan Sarandon, James Marsden, Liv Tyler

Estados Unidos , 2012 - 89 min.
Mayores de 7 años





SINOPSIS

En el futuro. Frank es un viejo y solitario cascarrabias que tiene una gran pasión por los libros. De hecho, su única amistad es la que mantiene con una bibliotecaria. Su vida es muy tranquila y rutinaria, pero todo cambia cuando su hijo decide regalarle un robot que se encargará de cuidarle. Por increíble que parezca, el anciano comenzará a hacerse amigo de la máquina y a enseñarle algunas de sus secretas habilidades...






Amor de tuerca 
 
 
A veces necesitamos del cine como un hambriento necesita su ración o un niño perdido la mano de su madre que lo guie. Porque hay un cine que abre nuestros ojos donde no llegamos a ver y nuestros corazones donde no llegamos a sentir, que calma nuestros miedos, aplaca nuestra ira y da luz donde cuesta ver color. Se necesita verdadero talento e ingenio no sólo para presentar hoy en día películas que ahonden un poco más allá, desviándose de los reclamos vanos de entretenimiento del público general y que son guía del cine más comercial, sino también para tratar con inteligencia y sí, sentido del humor, temas duros y ásperos, cotidianos y cercanos, como es el del Alzheimer... Y es que está claro que Un amigo para Frank no es una peli al uso acerca de futuro, los robots, o de la domótica...

Para empezar, ha sido la mejor carta de presentación que Jake Schreier podía hacerse para entrar en el maravilloso y más trascendente, que no más importante, mundo del largo. Y es que este teclista y compositor norteamericano, que tenía un par de trabajos como productor y otro par como director de cortos y anuncios de televisión, ha sido muy bien recibido por la crítica por este debut y su “ruralización tan familiar de la ciencia ficción” y ha recibido el Premio Alfred P. Sloan en el Festival de Cine de Sundance y el Premio del Público en el Festival Internacional de Sitges.

Pero hay que reconocer que Un amigo para Frank es una versión alargada, modificada e improvisada de otra película y tesis de universidad, obra de Chris Ford, amigo y compañero de universidad de Jake Schreier. Al cabo de los años, decidieron ponerse juntos manos a la obra, Ford más enfocado al guion y Schreier a la dirección, y sacar todo el jugo a la idea original.
 
Protagoniza, y eleva y revaloriza, Frank Langella (Frost/Nixon, Buenas noches y buena suerte…), que interpreta al viejo Frank, un refunfuñón cascarrabias, alérgico patológico al futurismo y al que cada vez más le cuesta disimular sus pérdidas de memoria. Acompañan Susan Sarandon (Pena de Muerte, Rocky Horror Picture Show...), James Marsden (Superman) que preocupado por la salud de su padre le encasqueta el robot y Liv Tyler (Super, Jersey Girl...), la hija desordenada que no acepta tales avances tecnológicos y desde luego no aprueba la llegada a casa de su padre del pequeño robot.
 
Un amigo para Frank mastica y regurgita el género de la ciencia ficción para el público menos ducho, acercando a nuestra realidad y temporalidad sin dificultad y mucha naturalidad, sin alardes ni ostentación técnica, el futuro no tan lejano, en el que máquina y hombre convivirán juntos. Una ciencia ficción de andar por casa. No abusa de los arquetipos pastel del cine indie; es estéticamente gustosa y cotidiana, haciendo más fácil la empatización; ayuda derribar ese muro mental que a veces no nos deja entrar y disfrutar del cine más fantástico e irreal.
 
Pero Un amigo para Frank no se queda ahí, en lo scifi o en lo indie, y rebaña en temas arduos y habituales como son la soledad, la vejez, la decrepitud... Y afronta todos esos aspectos duros e irrevocables que indefectiblemente llegan con sorprendente y gratificante sentido del humor. Supongo que en esto, y en su sencillez, radica su inteligencia. Trasforma lo metálico en calidez y nos habla también de las relaciones: la amistad, la necesidad de afecto, la deshumanización...
 
Quizá sea una película pequeña, pero habla de grandes temas con gran elegancia y madurez.

Adriana Antia


http://www.filmaffinity.com/es/film983516.html 

 

Jueves 12 de Diciembre: EL SKYLAB



El próximo jueves, 12 de diciembre, proyectamos en la Casa Municipal de Cultura “El Skylab”, de Julie Delpy, en sesiones de 6 y 8´30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.
Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de Valentín Terrazas que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.

Un abrazo, y hasta el jueves. Asociación Otrosojos.


Dirección: Julie Delpy
Guión: Julie Delpy
Interpretes: Lou Álvarez, Julie Delpy, Eric Elmosnino, Aure Atika, Noémie Lvovsky

Francia , 2011 - 113 min.
Mayores de 7 años





SINOPSIS

Julio de 1979. Albertine, de diez años, y sus familiares se reúnen en una casa de Bretaña para celebrar el cumpleaños de la abuela en un animado fin de semana.
El Skylab es una comedia que abarca la historia de tres generaciones de una familia, y cuyo título hace referencia a la estación espacial de la NASA, que hizo un aterrizaje imprevisto en la tierra y que aterroriza a la madre de Albertine, obsesionada ante la posibilidad de que se estrelle en la costa oeste de Francia. 




A dos horas de teléfono


A dos horas de teléfono. Esta es, conforme me advertía un buen amigo, la distancia mínima a la que cada cual debe situarse de su respectiva familia para posibilitar una relación civilizada con el resto de miembros de su parentela. Parentela que, como dicta la experiencia, nos viene impuesta por los designios definitivamente inescrutables de la fortuna. Un destino frecuentemente avieso que disfruta mezclando a izquierdistas irredentos con devotos de la derecha, a xenófobos con internacionalistas, a beatos con ateos militantes, a frustrados sexuales con coleccionistas de orgasmos, a profesionales prósperos con desempleados de larga duración, a quien disfrutó de la predilección materna con quien nunca pudo superar su complejo de abandono...

Y sin embargo -al modo del nutrido pelotón de abuelas, tíos y tías, cuñados y cuñadas, yernos y nueras, nietos y nietas y primos y primas de toda condición que Julie Delpy presenta en El Skylab, su cuarto largometraje como directora y guionista- tendemos a olvidar la sabia recomendación transcrita en el titular y nos empecinamos en reunirnos esgrimiendo cualquier argumento: las fiestas navideñas o las patronales, el cumpleaños del cabeza de familia o el bautizo del menor de sus descendientes... Y, de pronto, uno se ve deslizándose en una montaña rusa de final impredecible, sumergido en la inquietante certeza de que en cualquier momento puede ver desplomarse sobre la tribu los pesados restos de la estación espacial que da nombre a la película.

Entre tanto, sin que llegue a esfumarse ese desasosiego galáctico, reimos los viejos chistes, observamos con ternura las ocurrencias de los pequeños o de aquellos tan mayores que han comenzado a conducirse de nuevo como niños, revivimos los instantes que nos unieron, escuchamos nítido el eco de una sangre común, sorteamos con mayor o menor acierto aquellos motivos que podrían fracturar para siempre nuestros lazos.
 

De esto -y del temblor y el dolor aparejados al primer enamoramiento, de las cicatrices ideológicas y emocionales que el desmantelamiento colonial produjo en Francia, del ridículo aparatoso con que tiende a comportarse algún adolescente, de las renuncias que acompañan a la propia elección de nuestro camino- habla este último trabajo de Delpy, de quien hace algún tiempo vimos, en esta misma programación, 2 días en París. Como en aquel caso, la realizadora coprotagoniza esta comedia coral, secundada por personajes acertadamente dibujados y muy solventemente interpretados por actores y actrices veteranos (Bernadette Lafont, la abuela cuyo 67 aniversario viene a justificar la reunión familiar en la Bretaña francesa, o Emmanuelle Riva, espléndida en Amor) o noveles (Lou Alvarez como la pequeña y a ratos malévola Albertine, eje de la narración, Léo Michel-Freundlich dando vida al formidable Robert, o Vincent Lacoste construyendo al patético primo Christian). Un apunte nostálgico sobre aquellos motivos que de forma recurrente nos empujan a colgar el teléfono y desandar el camino que nos separa de los nuestros.
Valentín Terrazas

http://www.filmaffinity.com/es/film932939.html 

 
 

Jueves 14 de Noviembre: AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO

El próximo jueves, 14 de noviembre, proyectamos en la Casa Municipal de Cultura “Amor bajo el espino blanco”, de Zhang Yimou, en sesiones de 6 y 8´30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.

Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de Alfredo Mozas García que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.

Un abrazo, y hasta el jueves. Asociación Otrosojos.
 

Dirección: Zhang Yimou
Guión: Yin Lichuan, Gu Xiaobai, A Mei
Interpretes: Zhou Dongyu, Shawn Dou, Xi Meijuan

China , 2010 - 115 min.
Todos los públicos





SINOPSIS

Jing, una colegiala ingenua de la ciudad, debe trasladarse a un remoto pueblo en la montaña para su “reeducación” durante la Revolución Cultural. Su padre ha sido encarcelado por “derechista”, y su madre lucha para alimentar a sus tres hijos. Jing sabe que tanto su futuro como el bienestar de su familia dependen de su buen comportamiento en opinión de las autoridades. Bastaría con un error para arruinar sus vidas. Pero su prudente existencia se ve trastocada cuando se enamora de Sun, hijo de un militar de élite.






Por fin una historia de amor escrita sin h


Zhang Yimou ya hacía películas cuando yo todavía calentaba los asientos en la universidad y presumía de ver un cine diferente (no recuerdo si ya por entonces acostumbraba a llamarse independiente). Desde mi pupitre de espectador de lo que me quedaba por vivir, como los conductores noveles que no alcanzan a mirar todavía por encima del volante, mencionar a un director de cine chino resultaba tan extravagante como predecir que la perestroika de Gorbachov terminaría cambiando el mundo. Para justificar que, pese a todo, nunca vi ninguna de sus películas de aquellos años no basta con decir que siempre llegué tarde, que cuando asomaba mi cabecita por la taquilla del cine ya las habían quitado del cartel. Recuerdo los títulos, pero no las películas. Recuerdo una mujer hermosísima que trabajaba como musa haciendo de protagonista. Y recuerdo El camino a casa. Más tarde alguien, hablando por la radio, la mencionaría diciendo: “…y de repente comienza a nevar”. Tengo más recuerdos, pero no vienen al caso.

Cuando salí del cine, hace algo más de un año, sólo dos cosas me llenaban la mente: que Amor bajo el espino blanco era la más hermosa historia de amor que yo había visto jamás en formato película; y que qué tonto, pedante, ignorante, o las tres cosas a la vez debía ser yo por aquella época cuando Yimou estrenaba pelis y yo no las veía.

Gong Li ya no es la protagonista, y ni falta que hace. Ni tampoco la fotografía hace los derroches de otros momentos en la carrera del director, afortunadamente. La estética de la imagen parece escasa de presupuesto, aunque ignoro si efectivamente es así. La descripción de la vida en la época de la película no indaga en la profunda injusticia que empapaba la sociedad china de entonces, pero sería superfluo que lo hiciera. Hasta echar mano de la enfermedad para terminar la película, hurtándoles a los protagonistas de la posibilidad de gobernar sus destinos, puede ser más un acierto que una objeción, pues ¿no está el amor más allá de los límites de la razón y la voluntad?

Cualquier pero que se le ponga, y puedo asegurarles que encontraremos voluntarios que los pongan, se desvanecerá al comienzo de la escena en la que los dos protagonistas cruzan el río sujetos de un palito que acaba cayéndose. ¿Exagero si digo que nunca ninguna escena me había conmovido tanto? 

Alfredo Mozas García


http://www.filmaffinity.com/es/film273720.html