CINE EN LA CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE MIRANDA DE EBRO (BURGOS). JUEVES SEÑALADOS, EN SESIONES DE 18:00 y 20:30.
ORGANIZA LA ASOCIACIÓN CULTURAL OTROSOJOS EN COLABORACIÓN CON EL AYUNTAMIENTO DE MIRANDA DE EBRO

Jueves 17 de Enero: EL CAMINO DE SAN DIEGO

El próximo jueves, 17 de enero,  proyectamos en la Casa Municipal de Cultura  “El camino de San Diego”, de Carlos Sorin, en sesiones de 6 y 8´30 de la tarde.
Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de Valentín Terrazas que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.

Un abrazo fuerte.



Dirección:     Carlos Sorín
Guión:          Carlos Sorín
Interpretes:  Ignacio Benítez, Carlos Wagner La Bella

Argentina - España, 2006 - 98 min.

Todos los públicos


SINOPSIS

En una choza de la selva del noreste argentino, vive Tati Benítez con su familia. Tati ha perdido su trabajo. Al igual que la mayoría de los argentinos, siente adoración por Diego Armando Maradona. Guarda, como el tesoro más preciado, la entrada al estadio del día que lo vio en plena acción. Pese a su dramática situación económica, Tati no pierde su espíritu jovial. Tiene además otra razón para su optimismo: ha encontrado una gigantesca raíz de timbó con una silueta que él encuentra parecida a Maradona y que intentará entregar personalmente a Diego. La noticia del ingreso de éste en la Clínica Suizo Argentina de Buenos Aires por un problema cardíaco hace que Tati inicie su gran aventura.





En el camino...(Rousseau hace las maletas)


El camino de San Diego (2006), merecidísimo Gran Premio del Jurado en el Festival de San Sebastián, es la tercera obra del argentino Carlos Sorin incluida en la programación de “Cine Con Otros Ojos”. Como las dos anteriores, Historias mínimas (2002) y Bombón, el perro (2004), en El camino... el espectador se asoma a una película de carretera, al itinerario de personajes que cruzan regiones casi inabarcables empujados en todos los casos por sueños de engañosa fragilidad.
    Hay algo profundamente tierno en el cine de Sorin, algo extraordinariamente veraz que justifica el que, pese a lo exiguo de su producción, haya sido reconocido con una veintena larga de premios nacionales e internacionales. Sus imágenes, sus argumentos, su propia puesta en escena derrochan respeto hacia la población más humilde de la inmensa Argentina. Situados en la Patagonia o en la norteña provincia de Misiones, son retratos de hombres y mujeres radicalmente dignos, a quienes las dificultades económicas no han robado un ápice de integridad. Acercándonos a rostros castigados, a tenderetes precarios, a viviendas elementales, el director realiza una pedagogía de primer orden: condicionado por un cine poblado a menudo por personajes carentes de moral, gratuitamente violento, el espectador sigue las tramas de Sorin con cierto desasosiego, esperando que en cualquier instante la ingenuidad inerme de sus protagonistas desemboque en drama. Pero no: la visión del realizador parece nacer del espíritu bonancible de Rousseau, aquel que considera al hombre naturalmente bueno.
    No se trata, sin embargo, de un ejercicio candoroso: llevando a las pantallas a esos seres al límite de sus fuerzas, Carlos Sorin reivindica la necesidad de que los poderosos reparen en su existencia, de que se tracen y apliquen políticas más igualitarias en un país, cuarto exportador mundial de alimentos, en el que la riqueza de sus recursos no impide hambrunas vergonzosas como las que en los últimos años mataron por desnutrición a un número desconcertante de niños.
    Pero El camino de San Diego es, desde luego, algo infinitamente más rico y complejo que un estricto ejercicio de denuncia social. Hay esperanza y paz en esos personajes representados casi siempre por individuos sacados provisionalmente de sus oficios cotidianos, que nada tienen que ver con el cine. Sus interpretaciones transmiten credibilidad, espontaneidad, basadas muy probablemente en la explicación que aventuraba Sorin en una reciente entrevista : “el personaje y la persona deben ser muy parecidos”. Así, “Tati” Benítez -el entusiasta protagonista de El camino..., admirador confeso, como tantos otros argentinos, de Diego Armando Maradona- fue encarnado por Ignacio Benítez, empleado de un vivero de de El Dorado, localidad de Misiones. Y Paola, su mujer en pantalla, es Paola Rotela, su esposa en la realidad. El espléndido Waguinho, el camionero brasileño que compartirá varias jornadas del deambular de Tati, es Carlos Wagner La Bella, productor de Sao Paulo a quien se había encargado localizar a un actor que representase... a un transportista. Todos ellos se estrenan ante una cámara.
    La música de Nicolás Sorin, hijo del director y compositor de las bandas de los tres filmes citados, viene a subrayar el encanto de este título, construido en torno a una anécdota real: el internamiento de Maradona por complicaciones cardíacas en la Clínica Suizo Argentina de Buenos Aires, en 2004. Toda una joya.

Valentín Terrazas





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