CINE EN LA CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE MIRANDA DE EBRO (BURGOS). JUEVES SEÑALADOS, EN SESIONES DE 18:00 y 20:30.
ORGANIZA LA ASOCIACIÓN CULTURAL OTROSOJOS EN COLABORACIÓN CON EL AYUNTAMIENTO DE MIRANDA DE EBRO

Jueves 19 de Febrero: BLACKTHORN, SIN DESTINO



El próximo jueves, 19 de febrero, proyectamos en la Casa Municipal de Cultura, dentro de la programación “Cine con Otros Ojos”, “Blackthorn. Sin destino”, de Mateo Gil, en sesiones de 6 y 8:30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.

Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de Miguel Masero Ortega que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.

Un abrazo, y hasta el jueves




SINOPSIS DE LA PELICULA:

Tras su huida de los Estados Unidos, el legendario forajido Butch Cassidy y su amigo Sundance Kid murieron en Bolivia en 1908, en un tiroteo. Esto es lo que dice la versión oficial. Este filme, en cambio, nos muestra que, después de vivir escondido durante veinte años, lo que Cassidy deseaba era volver a su país. Sin embargo, cuando conoce a un joven ingeniero español que acaba de robar una mina que pertenece al empresario más importante de Bolivia, cambia sus planes.















COMENTARIO :

Un Western de “Matthew Hill”

Si el bueno de Mateo Gil, director y guionista nacido en Las Palmas de Gran Canaria, hubiese intercambiado en los títulos de crédito su castizo nombre por su correspondiente seudónimo americano, nadie dudaría de la nacionalidad de esta película. Americana de cabo a rabo. Pero no. Es un western escrito por españoles, rodado por españoles, que para colmo transcurre en Sudamérica, lejos de las típicas localizaciones del viejo Oeste que se ven en las clásicas películas Americanas. Pero aún así es un Western. Un gran Western. 
Y es que hubo un tiempo en el que en este país se producían películas de vaqueros a cascoporro. En los desiertos de Almería a mediados de los sesenta se rodaron infinidad de ellas. Todas con una estética muy parecida en la que predominaban los personajes violentos, rudos -tirando a sucios-. Los llamados Spaghetti Western. Blackthorn: Sin Destino, se aproxima más a las películas estadounidenses de los años 50, en las que los dilemas morales de los personajes eran más protagonistas que las balas.
Mateo Gil, doce años después de su ópera prima Nadie conoce a Nadie (1999), vuelve a ponerse detrás de la cámara para contarnos la historia de uno de los forajidos más legendarios del Oeste Americano: Butch Cassidy. El punto de partida es claro. ¿Y si todo lo que nos contaron sobre la muerte de Cassidy no es cierto? ¿Y si no murió en 1908 –como muchos sostienen- junto a su compañero Sundance Kid en una emboscada del ejército boliviano? Y no sólo lo piensan Mateo y el guionista Miguel Barros. En el Año 1996, un grupo de historiadores comprobaron que el ADN de los cuerpos de Butch y Sundance no coincidía con el de ninguno de sus parientes vivos. Y muchos son los testimonios de gente que aseguraban haber visto a Cassidy en Estados Unidos años después de su “muerte”.
Pues partiendo de un escenario quizá no tan ficticio, la película nos cuenta la vida de un Butch Cassidy que tras años escondido en Bolivia decide poner rumbo a su hogar. En ese camino se verá obligado a compartir viaje con un joven ingeniero español que huye tras robar a un gran empresario. Dos personajes contrapuestos. Dos bandidos diferentes. Se temen y se necesitan.
Sam Shepard, al que ya vimos en Con Otros Ojos en Llamando a las puertas del cielo, otro Western rodado desde el punto de vista de un europeo, se ve en la difícil tarea de hacer olvidar la icónica interpretación de Butch Cassidy que todos recordamos: la de Paul Newman en Dos hombres y un destino (1969), la película de George Roy Hill (Que no Gil). Y no sale mal parado (que no es poco). Eduardo Noriega aguanta el pulso con Sam Shepard de una forma brillante, y Stephen Rea y Magaly Solier, completan un reparto de lujo para una producción de esta envergadura.
Una muy buena película que tiene todo lo que, en mi opinión, un buen Western debe tener: acción, aventura, ritmo, lucha de moralidades y paisajes tan hermosos que se conviertan en protagonistas del propio film. ¡Bravo, Mateo!

Miguel Masero Ortega

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